El sesenta y seis por ciento de los españoles piensan que la justicia defienden más a los delincuentes que a las víctimas. De todos los poderes e instituciones del estado, la administración de justicia ha sido tradicionalmente una de las peores valoradas del gobierno, pocas veces ha llegado al aprobado.
Esto se debe a que los juzgados no son capaces de resolver de forma eficaz, teniendo en cuenta el tiempo y la calidad, de los problemas de los ciudadanos. La mayoría de la población culpa de esto al poder político aunque también culpan a los jueces.
Uno de los graves problemas de la justicia es el tiempo que tarda en ejecutar una pena. Tu puedes cometer un delito este año, recapacitar sobre lo sucedido, cambiar y dirigir tu vida por el buen camino y a los cinco o seis años cuando tu ya has recapacitado y no has vuelto a delinquir cuando tú tienes que pagar por lo que hiciste hace ya mucho tiempo.
Si realmente el objetivo de la justicia es además de condenar los hechos ilegales la posterior integración social de los presos esta tardanza no tiene sentido y solo perjudica las cosas tanto para el delincuente como para la víctima.
Pero la culpa de todo esto no la tienen solo los jueces la justicia en España es lenta porque el sistema está colapsado. Actualmente cualquier motivo sin importancia la gente se demanda y ponen múltiples querellas. Estas acostumbrados a convivir diariamente con estos tipos de amenazas en los medios de comunicación. La consecuencia de esta avalancha de denuncias por motivos insignificantes hace que la justicia se colapse y tarde mucho más tiempo en resolver los casos verdaderamente importantes.
El otro gran problema de la justicia española y que la sociedad no tolera es la blandeza de las penas a las que son condenados los delincuentes que han cometido unos delitos muy graves como asesinatos, violaciones y atentados. Además a estas condenas injustas de le une la injusta ley del menor ya que aunque el delincuente tenga diecisietes años y once meses se le aplica dicha ley y se considera como que no era plenamente consciente de sus actos por lo que la condena se reducirá a permanecer en reformatorios o realizar trabajos sociales, no llegan a pisar la cárcel.
Las penas tan blandas como las que se les conceden a los etarras o a los asesinos como por ejemplo el asesino de Marta de Castillo unido a que después estos alegan buen comportamiento durante su estancia en la cárcel salen mucho antes de los esperados. Todo esto hace que las familias de las víctimas se sientan desolados e indignados por que la única esperanza que les quedaba era que fueran castigados duramente por la justicia y que estos pagaran por la muerte de sus seres queridos se desvanece. Pero la sociedad tampoco desea que las condenas sean tan duras como en la antigüedad, donde existía la pena de muerte y la tortura, ya que, esto tampoco es justo porque los inocentes sufrían graves daños y normalmente o terminaban confesando cosas que no habían realizado o terminaban pagando con su muerte algo que no habían hecho.
